La evolución de un artista, tiende a realizarse de modo irregular. Los progresos, los descubrimentos, motivaciones y cambios en su reflexión, no son siempre continuos, y hay incluso períodos de estancamiento. Pausas, silencios, revisitaciones. También ideas largamente pospuestas surgen un día como repentinamente. Es todo por lo cual es dificil de datar de un modo certero las diferentes etapas de su recorrido. Sin embargo, el desarrollo y la madurez del hombre se transparentan en el modo con el que trata sus temas. Es más una cuestión humana que técnica. Ferrari ha dejado solo un mínimo de piezas firmadas y fechadas. Nos animamos sin embargo a creer que la mayoría de las témperas sobre papel fueron realizadas de los fines de los años sesenta a fines de los setenta. Contemporáneas a los óleos de diversos temas a veces comunes o emparentados. Los carnets de dibujos y apuntes de viaje empezaron quizás antes y se continuaron seguramente hasta principios de los noventa. Los óleos que evocan el altiplano (tema poco tratado en sus témperas) creemos que fueron realizados durante toda la década del ochenta y hasta su fallecimiento. En ellos trabaja muchas veces a partir de estudios de los carnets realizados tal vez años atrás, reencontrando un tiempo y un espacio elaborado a través de la emoción y la memoria. Estos óleos parecen liberados de toda influencia y retórica, pintados con trazos libres y ligeros, transparentes, guardando apenas lo necesario para existir. Lo «folclórico» está presente pero pasa como desapercibido, no se impone, sino que se muestra como natural a nuestros ojos, lo que tal vez sea una prueba cabal de la calidad de su obra.