REUNION
Con motivo de la visita de Fernando y su muestra en Tigre se generó esta hermosa reunión en casa. Una reunión que me recordaba a aquellas charlas interminables y jugosas, vasito de vino y mate de por medio, en el taller de Ferrari, escuchando a Pipo y toda su sabiduría.
Me acuerdo con mucha emoción de la época en que conocí a Pipo Ferrari a través de una querida compañera de talleres juveniles de dibujo, Alejandra Garay, que había comenzado la Escuela de Arte de Luján. Me escribió una carta por el año ’80 donde me contaba y me describía que había conocido un profesor de mucho carácter, que llevaba en los bolsillos del sobretodo piedritas y juguetes de lata que luego se convertirían en problemas de fondo, forma y color, típicos en los ejercicios inolvidables de Ferrari. Al poco tiempo organizamos en mi taller de la calle Jean Jaurés 26, una reunión con Alejandra y otros amigos con motivo de mostrarle nuestros trabajos a Ferrari. Yo en ese momento estaba apasionado con el estudio del cubismo y Pipo al ver mis trabajos exclamó con un gesto suyo característico: “¡Pero… este es el taller de Braque!”. Esa reunión duró toda la noche, entre empanadas y vino, y así nos encontró la mañana escuchando lo que siempre era una cátedra de Pipo. Reuniones que tuve la dicha de compartir a través de varios años. Luego vino De La Cárcova por el ’86, donde pude ingresar a través suyo dada mi característica de manejarme siempre en los márgenes de las escuelas e instituciones, algo que traigo desde la infancia. Pipo me dijo: “Vaya a los talleres de grabado, que Audivert tiene una buena maestra de taller”. Era nada menos que Alicia Scavino, otra profesora insustituible para esta época por pertenecer a una generación de profesores de oro, que hoy en día ya no existen y que nosotros alcanzamos a disfrutar como un tesoro.
Luego de los años De La Cárcova ingresé al taller de Ferrari en la calle Donato Álvarez y allí comienza para mí la gran experiencia en el aprendizaje de la pintura y el dibujo. Aquellas clases que comenzaban en el taller y terminaban en los bares de Flores. Todavía me parece oír a Pipo diciendo, mientras el sol entraba por la ventana del bar: “Andiamo Giuseppe, que usted tiene que ir a laburar”. La verdad es que yo me iba a dormir con al cabeza llena de arte donde se mezclaban el espacio de Klee, Picasso, la construcción de Spilimbergo, la espiritualidad eterna del Arte Egipcio, el Cimabue como artista del futuro, la pintura de Leonardo indestructible realizada, como a él le gustaba decir “para siempre” y La Piedad infinita de Victorica convirtiéndolo en el gran pintor argentino. Solamente espero que el tiempo, que es el verdadero sabio en todo esto, ponga a Pipo Ferrari en el gran lugar que se merece en la historia de nuestra pintura. Seguramente no será fácil si se observa atentamente lo que pasa en galerías, centros culturales y salones, hoy dominados por la chabacanería, la berretada y la improvisación, es decir: un vacío total.
Esperemos que el tiempo, que todo lo puede traiga por fin ese merecido reconocimiento.
José Lippo
ALGO SOBRE EL ENCUENTRO EN BOEDO:
Y si, juntarse con quienes tuvimos la inmensa fortuna de conocer y compartir con Pipo Ferrari es una alegría que rebalsa el corazón. Es traer un poco al maestro otra vez, su espíritu tan vital, tan generoso, con esa visión del mundo siempre profunda y nunca solemne. El sentido del humor de Pipo. Esa capacidad de sacar la hojarasca y ver lo verdadero, lo sagrado de la vida cotidiana. Al reunirnos se siente su presencia en cada uno pero además surge algo distinto en el grupo, difícil de definir pero que definitivamente es la manera de celebrar la vida que transmitía el maestro.
Siempre trataba de llegar bastante antes de que empezara la clase así conversaba con Pipo en la cocina de Donato Alvarez . Recuerdo una vez, hablando de religión, de alienación, que tomando con sus dos manos la mesa dijo algo así: ¿cómo va a ver la gente el altar de la iglesia si no ve esta mesa?
Pipo me recomendaba mucho, y yo leía ávidamente a Elémire Zolla. Hay un párrafo de su libro Le Meraviglie della Natura (en castellano se llama Una Introducción a la Alquimia) que para mi expresa vívidamente el sentir de Pipo:
“¿Cómo se pueden volver a adquirir la sensibilidad y las artes alquímicas?
Mirando a nuestro alrededor con entusiasmo. Sólo con esta condición, al levantar un terrón oloroso, al arrancar un fruto, al contemplar las iridiscencias de joyas o cascadas, el esplendor de una tez humana o de un liso abrigo de piel o de una fulgurante colada de metales, acaso será posible sentir la presencia animadora que ha plasmado y va plasmando estas materias, y que ora las aprieta y endurece en el puño, ora las desmenuza o las deja fluir líquidamente entre los dedos, ora las acaricia y las hace brillar. El secreto del arte alquímico y de cualquier sabiduría reside en la capacidad para intuir con entusiasmo esta mano solícita, invisible para los distraídos y los tristes.
Clara Viale
"REUNION"
MARTES 8 de DICIEMBRE 2009
1 -Viaje a Bolivia – video, Ana González – a Sucre - carnaval de Tarabuco - Racioppi, Eugenia Batistuta, Laura Olalde.
2 –« Cuadernos de Viaje » - Super VHS – original de la película y la filamación en crudo de los dibujos.
3 – Dibujos de Pipo – DVD – Copia original más reportajes.
4 – « Cuadernos de Viaje » - DVD (limpio)
5 – Foto carnet – Pipo ?
6 –Carta de Cano.
7 –Carta ( ?) del pdre de pipo al hermano mayor ?
8 -Dos críticas – original y fotocopia.
9 –Cartón de exposición en Van Riel.
Kurt Hacker ( no sé cómo se escribe) médico de Pipo, a quien le regaló mucha obra.
Anécdota – Bolivia – 5 de la mañana. No olvidar de contar !!!
Daneri. Profesor de Pipo, en qué año ?
Cartier – círculo cromático propio.
…
Nos encontramos esta tarde. Hace un rato estaba allí. Juan de Garay al tresmil. En lo de Lippo.
Clara me había dicho que iba a dejar un papelito indicando en qué timbre debía apretar.
Fui puntual. Ella ya estaba, lo supe en la vereda, porque ahí estaba el papelito pegado.
Un pasillo largo. ¿ Baldozas negras y amarillas ? Una escalera a la izquierda, dos piezas amplias, techos altos, y otra escalera, y el cielo y las terrazas. Esas casas que pareciera que solo hay en Buenos Aires.
Fueron llegando, en este orden, Patricia, Mariana y Paco, que es el único al que yo conocía, nos cruzábamos en la escuela hace treinta años atrás. Treinta años.
Mariana había venido con sus dos hijos, y lamentablemente tuvo que irse temprano.
A pesar de la hora, había una picada de queso y salame que fue bajando como quien no quiere la cosa. También bajaron algunas botellas de un vino tinto, no recuerdo la bodega, que me pareció excelente.
Yo vine con la noticia de las obras de Ferrari que el galerista puso en venta en estos días.
Les comenté que había hecho grupos de tres o cuatro obras –dibujos, témperas y óleos- que ofrecía a un precio « reducido » : de 900 a 1200 dólares.
« Combos » se llama hoy a no sé qué menú tipo snack-bar donde meten de todo. Fue el nombre utilizado por el galerista : -« Hice unos combos … »- me dijo. Yo me atraganté.
Estaba obligado a informarles de esto, por si estaban interesados en adquirir algo, pero también para mostrar cuál era la situación.
Se habló del trabajo que se está realizando con la obra de Ferrari, y de las diversas formas que adquiere. Cosa que a todos nos preocupa.
Pero me parecía que era un tema del que no se podía hablar demasiado. Quizás ellos ya « vieron otras », y ya sufrieron lo suyo.
Patricia estaba particularmente emocionada y sensible.
En una bolsita de papel kraft, con la inscripción
Renata
av. Rivadavia 4333
trajo varias cosas para que vayamos incluyendo al sitio dedicado a Pipo.
(ver la lista)
Me lo confió . Todo esto es de un gran valor. Empezando, si se quiere, por las grabaciones originales de su video, su excelente video «Cuadernos de Viaje».
También me habló de la época en que, en su casa, que era donde había funcionado el taller legendario donde trabajaban juntos Pipo con Pujía. Pipo había instalado nuevamente un taller para dar clases.
El éxito había hecho que en poco tiempo aquella casa fuese un taller total, donde cada rincón podía ser un motivo, un pretexto para un estudio, la gente pasaba sin cesar a toda hora.
Pipo era una referencia.
Me contó de cuando se puso mal y de cómo lo cuidaron, haciendo comidas sin sal, sin grasa, o sin nada de todo aquello que Pipo no podía comer, pero sin que él se diese cuenta que no estaba comiendo lo mismo que los otros.
No sé por qué me contó esto, que yo de algún modo ya sabía, quizás para que yo supiese con quién estaba hablando, quizás porque se sintió en confianza, o porque quizás nadie sepa a ciencia cierta todo lo que hizo por él.
Ese amor y admiración merecida, se vé en su video.
Y es cierto que yo me siento en deuda con todos ellos.
Lippo recordó cosas también.
Cuando salió el tema de su colección de dibujos de niños, dijo : -¡Cómo nos humillaba con esos dibujos!– Patricia decía que esos dibujos, sin Pipo, no significaban lo mismo, que él los hacía vivir y que existían por él.
Lippo recordó un hecho doloroso, cuando un amigo que le pisoteó un grupo de dibujos que Pipo había puesto en el piso para mirar : « ¿Te los hizo tu mamá ? » -decía mientras los pisaba. Uno se pregunta si podrá ser cierto ; pero todo puede ser cierto. Ahí están los combos para probarlo.
Vieja costumbre : poner los laburos en el piso para mirarlos, como tomando una distancia adecuada.
Después de un rato creo que todos estabamos bastante entonados. Al menos era mi caso, y eso hizo que los viese a todos mejor. Es así, el vino es bueno para la vista.
Cuando pasamos a la pieza de al lado y propuse hacer una sesión de fotografías como recuerdo de la reunión todos tomaron objetos que habían pertenecido a Pipo, con naturalidad, como si cada uno hubiese querido ser portador de algo. Asumir un símbolo; los miraban como si fuese la primera vez, los volvían a ver, se los mostraban, se reían, se los veía bien, creo que ya lo dije, pero tengo ganas de repetirlo..
Máscaras, altares. También había una talla en madera, una suerte de chanchito de calesita pero del tamaño de un bebé, que si mal no entendí había hecho Olga Gomez ; quizás lo tomaron para que también ella estuviese en la foto.
Como los conozco poco yo me sentía medio sapo de otro pozo. Pero me hicieron sentir bien, yo sentía que ellos me aceptaban tal cual era.
Nos unía haber conocido a Pipo, y nos unía habernos quedado todos medio huérfanos el mismo día.
Fernando X. González