Recuerdos

 



… con Pipo hablábamos seguido de Bolivia… una vez me cuenta que Sanjines ( el director de la película boliviana Sangre de Cóndor) buscaba un niño para interpretar un personaje. Trabajaba con campesinos y necesitaba entonces un niño campesino. Lo encuentra, habla con sus padres y se lo lleva a La Paz. El chico vivía con ellos prácticamente en el medio de la nada y ésta era la primera vez que los dejaba. Llegan por la tarde y se alojan en la casa donde iban a filmar. Mientras el chico se prepara para ir a la cama, sin saberlo, Sanjines empieza a filmarlo …Vé, através de la cámara, que ya con la cabeza apoyada en la almohada, lentamente saca un pequeño atadito de trapos y cuidando que nadie lo vea, va sacando uno a uno pequeños animalitos tallados a mano que delicadamente pone ante sus ojos …saca su ovejita, su llama, su perro…mirándolos llora y en silencio se duerme....

Sanjines le dijo a Pipo que se había sentido un cretino mirando a escondidas el alma de ese niño. Me contó la escena como ejemplo de cómo solo esa escena, esa imagen, valía por miles de cosas que se pudieran decir al respecto.

En uno de mis viajes me hice amiga de un ex minero y su familia. Me contaban lo que era vivir todo el día adentro del socavón, como habían arriesgado a irse de ahí solo para que sus hijos no tuvieran ese destino sin luz... Entonces Pipo me contó que una vez estando de visita en el barracón de una mina, un minero sale del socavón y como era verano aun había sol; el hombre cansado, se sienta en la puerta y se ponen a conversar. Mirando el sol que se estaba poniendo entre las montañas, el minero entra en la casa y sale nuevamente con un charango en la mano y disculpándose con
Pipo por interrumpir la charla le dice -" Debo saludar al sol que me está dando este atardecer tan hermoso"- y ahi nomás se puso a tocar hasta que el sol se escondió. Despues, los dos, se quedaron un buen rato en silencio mirando el resplandor detrás de la montaña.

Podría decir que a Pipo me lo imagino asi, sacando el charango para agradecer ese rayo de sol a pesar del cansancio, el dolor, las miserias de la vida.

Pipo centraba su tarea docente en señalar dónde estaba el acento que contenía, en sí, la expresividad de una imagen, su sentido más profundo, lo hacía en las clases de análisis de obra y en la vida misma.





 
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Luisa Soto, 16 de junio 2009


Arriba la foto de unos trabajos de Hermógenes Cayo, imaginero 1901-1968. En el "Museo de Arte Popular José Hernández" de la ciudad de Buenos aires, hay una sala permanente dedicada a su obra.

Foto: Nicole Hill publicada en el sitio del diario Clarín http://www.clarin.com/diario/2005/10/10/sociedad/