Pipo fue mi profesor en Bellas Artes; asistí también a sus clases en el taller de la calle Donato Alvarez.
Tengo varias fotos del taller y de las fiestas bolivianas a las que fuimos que me gustaría compartir. Tengo una que llevo siempre conmigo porque lo siento mi amor y mi guía espiritual en el camino del arte, así que cuando lo hecho mucho de menos recurro a mi estampita, lo miro y recupero los recuerdos, su voz aparece imperativa y amorosa como siempre en mi, recuerdo sus palabras, su confianza en mis posibilidades y que él revelaba en mi. Entonces siento una mezcla de fuerzas de amor y compromiso, la responsabilidad de que no caiga en el vacío lo que él me enseñó a ver y a reconocer. Estas imágenes tienen un profundo valor para mi.





 
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Testimonio de Sandi Viceconte Blanco